Esta fotografía preserva un recuerdo muy especial en mi vida profesional: fui el primer director elegido de la Escuela Académico Profesional de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, por los dos tercios de docentes y por el tercio estudiantil. Tuve como contendor a un docente muy querido en nuestro claustro, Manuel Jesús Orbegozo.
Ocurre que, como Coordinador de la Escuela, inicié, en Consejo de Facultad, su transformación, de Escuela de Periodismo a Escuela de Comunicación Social, para eso hubo que reestructurar la currícula, crear especialidades, una biblioteca especializada y laboratorios; todo eso se logró en un año de esfuerzos integrados. Para hacerlo, tuve una ventaja que confieso con modestia: yo tenía una carrera anterior y era doctorado en Ciencias de la Educación. Perfilamos con mis colegas una nueva estructura curricular y, un año después, obtuvimos el cambio de designación.
Siguiendo la moda de universidades particulares, un sector de estudiantes pugnaba porque la designación fuera Ciencias de la Comunicación. Me costó tiempo y esfuerzo hacerles comprender que no íbamos a trabajar sobre las ciencias de la comunicación, que son varias: historia, sociología, antropología, psicología y otras ciencias sociales, sino una nueva y prometedora, la comunicación social. Hasta hoy se designa así nuestra escuela y espero que alguna vez sea Facultad. Nada le falta para serlo.
Como el tiempo torna borrosas estas circunstancias, publico esta fotografía que graba el recuerdo. Están, el doctor Winston Orrillo, la magister Magdalena García, nuestra secretaria académica; los profesores Carlos Oviedo, Carlos Tapia, Ricardo Falla, Guillermo Vásquez Olivares, Pedro Lovatón Sarco y el estudiante José Antonio Álvarez, que representaba al Centro de estudiantes (CECOS), entre otros. Comparto este gran orgullo personal de haber sido elegido como el primer director. Estuve en hombros de gigantes.
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