Nuestro origen es una aventura, la gran aventura humana y tiene un lugar de nacimiento, el África, cuando nuestros primeros parientes se aventuraron a salir hacia Europa y colonizaron el planeta a lo largo y ancho. Para realizar un viaje como ese se requería no solo de agallas, curiosidad e imaginación, sino de agua- alimento y cobija. No se emprende un viaje como ese de casualidad ni a las locas, requiere de cálculo, de planificación ante la incertidumbre. Esos primeros colonizadores no tenían idea de si el planeta era plano o redondo, solo partieron, en puñados, aventurándose a tierras extrañas. En esa diáspora algunos llegarían a territorios fértiles, con clima propicio y pudieron asentarse; otros, a lugares inhóspitos a los que tuvieron que dominar, pero nada los detuvo, siguieron caminando.
Nuestro origen está en un proceso evolutivo que tomó varios millones de años. Algunas especies fracasaron- es un decir- en su desarrollo y desaparecieron. Los neandertales, nuestros primos hermanos, también especie humana extinta, se desarrollaron, según datan las investigaciones realizadas hasta ahora, desde hace 300 mil años hasta hace, nomás, 28 mil. Pero nos dejaron su huella en el ADN y, parece, su nariz evolucionada si no alguna otra heredad evolutiva y cultural. ¿Por qué desaparecieron? No se sabe. Parece ser que se extinguieron ya cruzados con los humanos o se diluyeron en nuestra especie. Desaparecieron, sí. Pero la carrera continúa. El afán colonizador humano nos hace mirar a la Luna, a planetas cercanos y otros que por ahora están solo en nuestra imaginación. Ya sabemos que el sol, en algún momento nos tragará, por eso miramos más allá, lejos.
Esta otra aventura recién empieza, pero ya se inició, porque es la de la supervivencia de la especie. Hasta aquí se trata de una historia llena de coraje, de yerros y fortuna, pero el planeta que nos cobija tiene las cicatrices que nuestra especie va dejando en su camino. Somos una especie destructora, que no cuida la casa planetaria y cuando no hemos llegado todavía a otros lares ya se habla de hacer lo mismo a donde lleguemos, explotar sin pausa ni medida, destruir. ¿Seremos nosotros mismos nuestro propio límite?
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